1 de noviembre de 2013

The Sun Doesn't Like You

Tenía ganas de escribir una carta. Una de esas cartas para una persona en particular. De esas que nunca las vas a mostrar, y nunca las vas a volver a leer. Quería desquitarme, me sentía impotente. Era, más que nada, una carta de despedida. 
A medida que iba escribiéndola, me iba dando cuenta de lo importante que resultaba para mí ese adiós. Necesitaba olvidarme y seguir con mi vida. Pero no sé por qué siempre terminaba volviendo a pensarte. 
No fuimos nada, no me dejaste serlo. Te esperé cuatro años, CUATRO. No sé si en aquél momento estaba demasiado enamorada de una simple imagen o qué, pero creía que existía o existiría un nosotros. Y sí, también hay que considerar que era una chica de catorce años que buscaba su historia de amor. Y que, simplemente por eso, la creé sola. 
Quizá para vos eran solamente conversaciones, para mí eran todo. Todavía me acuerdo los nervios que sentía cada vez que te hablaba. Tan típico mío. Cinco años después me doy cuenta lo ilusa que fui en ese momento. Pretendía (pretendo) mi vida como una película, creía que las cosas pasarían como en las típicas películas románticas donde el hombre volvía por la mujer y terminaban felices y blá, blá, blá, blá
Todavía me acuerdo esa fiesta donde estaba segura, segurísima, que íbamos a estar. Siempre con todas las expectativas, siempre lastimándome sola. No solo no hablamos, sino que estuviste con otra. Te odié, pero no podía no quererte, ¿masoquista, no? Después, para colmo, te seguí hablando. ¡DIOS! Estaba totalmente ciega. Era un típico amor adolescente que no podía superarlo. Necesitaba un cierre. 
Después de un año, o quizá dos, cuando me dí cuenta que no tenía chances con vos, me rendí y me "olvidé" de vos. Suponiendo que olvidar implicaba que cada vez que escuchara esa canción que tanto se parecía a como yo me sentía, no dejara de cantarla. Something always brings me back to you, it never takes too long. No matter what I say or do, I still feel you here 'till the moment I'm gone.... 
El mundo es chico, más compartiendo todo lo que compartíamos, no podía dejar de verte en todas partes. Tampoco podía dejar de actuar como una inmadura. Dudando siempre de saludarte o no, de qué decirte exactamente o de retomar las largas conversaciones que teníamos todas las noches. En fin, los encuentros empezaron a ser más casuales y menos incómodos. Estaba lista para pasar de página, ya había aceptado que no iba a pasar nada, si en esos cuatro años no me habías hablado, tampoco lo harías en ese momento. Sin embargo, cada vez que te veía ciertas esperanzas tenía, no voy a decir que no, pero dejé de maquinarme como lo hacía antes. Además, ya había madurado. dieciocho años era toda una nueva cosa. Nada de historia de Disney, nada de nada. Así fue como terminamos en una misma previa. Me acuerdo que llegué cuando ya nadie estaba lúcido, sólo yo, que tampoco duró mucho. De mis amigas sabía poco y nada, y de los chicos que estaban, conocía a todos de vista, pero sólo a vos te conocía bien. De todas maneras no te iba a hablar, no teníamos nada que hablar, además, me avergonzaba acordarme la cantidad de cosas que te había llegado a decir a los catorce. 
Finalmente, después de cuatro años, decidiste encararme. Supongo que cualquier chica en mi situación te hubiese mandado a la mierda. Pero en aquél momento creo que volví a la épocas de fiestas de quince y me imaginé todo de nuevo. "Hay que terminar lo que empezamos", me dijiste. Y ahí no sólo me ilusioné, sino que todas mis expectativas de aquél momento se cumplieron. No podía creer que hayas pensando que había algo, siempre creí que era la única que veía algo (o quería mejor dicho). 
Esa noche cerré lo que hacían años quería cerrar, pero no me alcanzaba con eso a mi. No con vos, por lo menos. No con nuestra historia. No podía terminar ahí, tenía que haber más. 
A los dos días me dijiste de una fiesta en tu casa, y fui con todas las expectativas. Preparada. No sólo me lleve una de las mayores decepciones tuyas, sino que me sentí totalmente usada. Ni siquiera te dignaste en saludarme. 
Supongo que ese golpe me hizo bajar a la realidad, me obligó a olvidarte. Me ayudó a superarte. Me abrió los ojos. A pesar que cada vez que escucho Gravity me acuerde de mi a los catorce, ya no te recuerdo a vos más que un amor de la infancia platónico, que dejó de serlo para convertirse en un chico más. 
A pesar que te superé, siempre va a estar en mi la tonta-idealista-enamoradiza-romántica de esos años, salvo que ahora no va a ser por vos. 
A.
Title: Norah Jones

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